Responder a una llamada a la vida religiosa requiere un período inicial de capacitación y formación tanto en la vida espiritual y la vida consagrada, en el carisma particular de cada Instituto. Esta etapa se conoce como formación inicial.
El proceso de formación no termina cuando una hermana hace su profesión perpetua, porque incluso entonces, una hermana debe renovar continuamente su respuesta a través de formación continua en la vida religiosa y formación para la actividad apostólica del Instituto.
El proceso de formación fomenta la conversión, que cada vez más se ajusta a la vida de Jesús en santidad y amor perfecto. Este es un proceso permanente de "poner en Cristo Jesús" y vivir "de acuerdo con el espíritu." Sin embargo, las etapas iniciales de este proceso son esencial para poner una base sólida para el cumplimiento de la vocación a la vida consagrada.
De los discípulos del Señor Jesucristo, este proceso incluye las etapas siguientes.